El cine independiente / Raúl Perrone


¿Qué puedo decir sobre el cine independiente que no se haya dicho? Recuerdo que me gustaba leer en diarios y revistas la palabra “indie”. Sentía que quería hacer películas con el mismo espíritu que los músicos que hacían rock en un garage...

Hoy, unos catorce años después, me causa un poco de gracia leer que hablen de algunas películas diciendo que son “ independientes”, cualquiera dice que hace cine independiente y no tiene el mismo valor que antes, Son rótulos que se ponen, como “cine de culto”, el Dogma o la estupidez del momento. Son pretextos para poder escribir y hacer notas, pero el chiste se agota y al final no quiere decir nada. La palabra “independiente” está absolutamente vapuleada y no sé si siquiera genera respeto. En definitiva, creo que uno tiene que hacer lo que tiene ganas y la independencia es eso, hacer lo que uno tiene ganas, lo que uno quiere y puede sin limitaciones. El resto es marketing.

Muchos dicen que hacen cine independiente y lo hacen con un montón de plata, ¿entonces cuál es el límite? Porque la independencia a esta altura del partido no tiene nada que ver la plata., La independencia esta en la cabeza,esta en uno.

Hacer cine independiente ha cambiado mucho. Está muy bien que la tecnología vaya derribando mitos, aunque algunos se dieron cuenta un poco tarde. Pero bienvenidos todos al paraiso digital, (ja) al del video

... además, en definitiva, ¡la gente no sabe lo que es el cine independiente! Uno no le pregunta al vecino si vio algo de cine independiente. La gente no habla en esos términos, como los cinéfilos,criticos o intelectuales. La gente habla de películas buenas, o malas, y punto.

domingo, 6 de marzo de 2011

“No pierdo tiempo buscando recursos para mis películas”

Milenio Online

Por Carlos Jordán


Renuente a entrar en los circuitos comerciales, el director argentino es homenajeado en la Cineteca Nacional con una retrospectiva.

“No hay manera de que tome un avión”, dice Raúl Perrone, uno de los decanos del cine independiente en Latinoamérica, una rara avis del séptimo arte: no trabaja con actores profesionales aunque sí con músicos de la estirpe de Andrés Calamaro, y tampoco concursa por estímulos estatales, “filmo con lo que tengo”, dice el realizador en la siguiente charla, a propósito de la retrospectiva que la Cineteca Nacional proyectará hasta el 10 de marzo.

¿Cómo fue su acercamiento al cine?

A los dieciséis años empecé a rodar en Super 8. Durante los setenta era un delirio porque se mandaban a revelar los rollos afuera y tardaban cinco meses en regresar, era una locura si lo comparamos con las herramientas tecnológicas que tienes hoy, incluso puedes filmar con tu celular. En esos años mucha gente estaba interesada en el cine de Bergman y Fellini, en cambio yo me concentraba en las historias de los chicos del barrio. Después lo dejé porque me concentré en el dibujo: hice caricaturas políticas para diarios y revistas. En los ochenta, cuando empezó el video, regresé al cine y el contador de historias se comió al dibujante. Siempre tuve en claro la independencia por qué mis películas costaban poco dinero, casi nadie las veía y además me gustaba el cine indie americano.

Ahora es más fácil ser independiente, ¿qué piensa de esto?

No me sorprende. Cuando proyecté mi primera película en una sala de la calle Corrientes tuve que pagar para que la exhibieran, al final llegaron setecientas personas. Después hice Graciadió, la proyectábamos viernes y sábados, y en dos semanas la vieron más de cinco mil personas. Si funcionaron mis trabajos fue porque la gente se apropió de ese cine y lo hizo suyo, es decir, la gente siempre busca encontrar sus circuitos. Hoy hay espacio para todo pero cada género tiene sus propios límites. Actualmente mis películas se pasan dos veces por semana porque no resisten más.

¿Es cierto que usted cambia la película conforme se desarrolla el rodaje?

Sí, parto de ideas o imágenes. Hace poco me preguntaron “¿Qué es para usted el cine?” Respondí que no sabía pero que no podía dejar de filmar. Soy un enamorado de las imágenes y me gusta contar cosas a través de ellas. Me gusta encontrar las películas, soy mi propio espectador, por eso tengo claro cómo empieza la película pero no el final. Soy dibujante y nunca he hecho un storyboard. ¿Para qué hacer una película que ya se cómo terminará? Sería muy aburrido.

¿Por eso su fama de director difícil?

Ya soy menos difícil. No sé trabajar de otra manera, mis pequeños guiones son garabatos y algunas palabras. Cuando hablo con el actor se me ocurren cosas. Mis rodajes son intensos, no repito tomas porque creo en la virginidad de la primera a no ser que se equivoquen o haya un desperfecto. Es algo que aprendí por la austeridad.

En el cine independiente latinoamericano hay una tendencia al cine contemplativo y a no trabajar con actores profesionales. ¿Se siente precursor?

No sé, en el fondo creo que sí pero sería pedante que lo dijera. El hecho de que ahora se aplique todo lo que hice y en su momento me rechazaron, me parece bien, tampoco me detengo a pensar demasiado en el pasado. Sería una estupidez hacerlo. Sigo haciendo películas y pensando en lo que quiero filmar, eso es lo único importante.

¿Le ha sido difícil vivir del cine?

La mitad de la carrera me la financié mientras trabajaba en un diario. Mi astucia fue la austeridad, trabajé con poca gente, en mi barrio, después mis amigos me abrieron algunas puertas. Hoy vivo de la venta de mis películas, conferencias, de las retrospectivas, etcétera. Ha sido difícil porque no acudo a fundaciones, ni a estímulos estatales, no voy a concursos. No me interesa nada de eso.

¿Por qué esa actitud? En México por ejemplo, sin el dinero del Estado no se podrían filmar muchas películas…

No me nace. Pienso en una película y no pierdo tiempo buscando los recursos. No me planteo historias de 1920, sino aquellas que puedo hacer con mi dinero. No soy un director convencional en cuanto a que no viajo ni voy a festivales. En realidad no tengo mucho que ver con el ambiente del cine, me siento afuera de todo eso.

Su narrativa se apoya mucho en el plano secuencia, ¿por qué?

Nunca me gustó el montaje, me distrae y creo que se usa para salvar a los actores de sus malas interpretaciones. En cambio, en un plano secuencia nadie te puede salvar. Siempre me ha interesado estar con la cámara el mayor tiempo posible y luego observar qué hace la gente que está ahí pero no forma parte de la escena. Con el tiempo eso, además de la improvisación, se convirtió en la base de mis películas. Hoy no puedo explicar cómo hago ciertas cosas, todavía hay quien piensa que mis películas son documentales porque trabajo con actores no profesionales, pero no, lo que sucede es que mi intención es que todo resulte absolutamente creíble.

Es curiosa su opinión sobre el montaje, para muchos directores es fundamental…

Las películas tienen tres pasos: pensarla, dirigirla y editarla. En mi caso, durante el rodaje no lo paso bien, si pudiera trabajar con muñecos o dibujos me sentiría más cómodo para no tener que discutir. El montaje lo disfruto porque ahí es donde creas la película y puedes manipularla. Pero no me refería a ese montaje, sino a cuando diseñas los planos y contraplanos eso me aburre enormemente.

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Raúl Perrone agradece al público y la prensa...

Fotos de prensa

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Sergio Wolf y Raúl Perrone en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008.

Sergio Wolf  y Raúl Perrone en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008.

Expo de Fotos en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008

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