El cine independiente / Raúl Perrone


¿Qué puedo decir sobre el cine independiente que no se haya dicho? Recuerdo que me gustaba leer en diarios y revistas la palabra “indie”. Sentía que quería hacer películas con el mismo espíritu que los músicos que hacían rock en un garage...

Hoy, unos catorce años después, me causa un poco de gracia leer que hablen de algunas películas diciendo que son “ independientes”, cualquiera dice que hace cine independiente y no tiene el mismo valor que antes, Son rótulos que se ponen, como “cine de culto”, el Dogma o la estupidez del momento. Son pretextos para poder escribir y hacer notas, pero el chiste se agota y al final no quiere decir nada. La palabra “independiente” está absolutamente vapuleada y no sé si siquiera genera respeto. En definitiva, creo que uno tiene que hacer lo que tiene ganas y la independencia es eso, hacer lo que uno tiene ganas, lo que uno quiere y puede sin limitaciones. El resto es marketing.

Muchos dicen que hacen cine independiente y lo hacen con un montón de plata, ¿entonces cuál es el límite? Porque la independencia a esta altura del partido no tiene nada que ver la plata., La independencia esta en la cabeza,esta en uno.

Hacer cine independiente ha cambiado mucho. Está muy bien que la tecnología vaya derribando mitos, aunque algunos se dieron cuenta un poco tarde. Pero bienvenidos todos al paraiso digital, (ja) al del video

... además, en definitiva, ¡la gente no sabe lo que es el cine independiente! Uno no le pregunta al vecino si vio algo de cine independiente. La gente no habla en esos términos, como los cinéfilos,criticos o intelectuales. La gente habla de películas buenas, o malas, y punto.

lunes, 26 de abril de 2010

Crítica Digital

RAUL PERRONE PRESENTA SU NUEVO FILM

"Ya no se si vale la pena estrenar"


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Un nombre que parece ir de la mano de (casi) todas las ediciones del festival Bafici es el de Raúl Perrone. Porque este director pionero y referente indiscutido e ineludible del cine independiente local ha estado en nueve de las once ediciones anteriores. Ya pasó por las secciones de “Work in progress” y “Lo nuevo”, tuvo una retrospectiva, estuvo en una clausura, llegó a presentar tres films de golpe, y hasta mostró los entretelones de sus célebres talleres de cine en Ituzaingó.

“En los últimos años -cuenta- pasa que me proponen estar y primero digo que no y a veces al final digo que sí, pero realmente me resulta estresante estar en el Bafici, por la demanda de entradas y los apretujones que por suerte se producen porque va mucha gente a mis estrenos, pero también le terminan gustando a la crítica. A la vez, sé que después de tantas películas es más fácil que te hagan pelota porque sos más vulnerable".

Este año, más precisamente hoy a las 22 en el Hoyts, estrenará Los actos cotidianos. Y explica sus razones: “Me di cuenta de que el cine argentino está atravesando un momento difícil, donde cada vez se hace más complicado para aquellos que trabajamos de esta manera y donde ya no sé si vale la pena estrenar películas. Hay que buscar una manera alternativa de poder mostrar las películas, que es lo que estoy imaginando. Entonces, ¿para qué negarme al lugar y el público que me ofrece el Bafici, y que es una manera de que la película tenga su bautismo? Y le tengo un gran afecto al festival, claro.”

Los actos cotidianos, según anticipa, forma parte de un tríptico (“y no una trilogía”, aclara, “porque es como una pintura con una unidad en cuanto a la temática, el barrio y la paleta de colores”). Es un retrato social muy crudo donde hay un guiño a la casa de don Galván, el protagonista de sus muy bien recibidas La mecha y La navidad de Ofelia y Galván, ya que muestra la intimidad de su hija y sus nietos. “Es muy crítico de los momentos que estamos viviendo, desde la inseguridad hasta la incomunicación, donde la gente está toda con celulares y en realidad hablan muy poco. Me parece riesgosa y tomar riesgos después de 25 películas es casi un acto kamikaze, pero no puedo dejar de hacerlo”.

Un dato casi permanente en la historia de los estrenos de Perrone es que suele tener otros films terminados en el bolsillo. Y hoy no será una excepción: “Esta película en realidad es la segunda del tríptico. La primera es Luján, sobre un jubilado de la construcción, y la tercera es Era Marta la reina, sobre dos chicas drogadictas con un pasado heavy. Y hay una unidad".

Otros Cines

Crónica de la degradación del conurbano
por Diego Batlle

Tras el notable uno-dos del año pasado con Bonus Track y 180 grados, Perrone trajo este año un film en el que describe -con su habitual capacidad de observación y sensibilidad para captar la intimidad cotidiana de sus personajes/"actores"- las miserias de una familia de clase media-baja de su Ituzaingó: grupos disfuncionales y disgregados, con empleos precarios, escasa comunicación y contención.

Como siempre, Perrone evita el subrayado, la bajada de línea y apela a pequeñas situaciones recurrentes -el obsesivo uso de los sms de los celulares, la omnipresencia de la televisión, las escenas con un pájaro enjaulado, los permanentes reclamos de ella hacia él por su falta de compromiso y adultez- para exponer así la monotonía, el hastío, la falta de incentivos y perspectivas de esos seres del conurbano bonaerense.

Perrone opta por trabajar en interiores y el resultado en términos visuales (y en cuanto a calidad de imagen final) es menos interesante que en los films apuntados del año pasado. Si en distintas etapas de su carrera se fue vinculando al Perro con Jim Jarmusch, Abbas Kiarostami o Gus Van Sant (en las películas sobre skaters), a la salida de la función de prensa de hoy se escuchaba un nuevo referente: el portugués Pedro Costa.

De todas formas, más allá de filiaciones posibles, aún con un film menor como éste, Perrone sigue siendo un genuino, intuitivo y a esta altura sólido observador de su gente, de su zona y de sus contradicciones.

Despacio: escuela

por Marina Yuszczuk
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Los actos cotidianos / Raúl Perrone / 2009 / Argentina
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¡Dame más lentitud! A contrapelo de la cultura comercial, Perrone mete la cámara en la casa de una familia de clase baja de Ituzaingó, y mientras viven los registra, con un armado mínimo de las escenas. La vida cotidiana es lenta y acá el ritmo del montaje quiere dar cuenta de esa lentitud. Toda la película está al servicio de mostrar, como un gran gesto político que quisiera decir “Vean, escuchen, quieran” a través de la representación de una familia, pero también de una clase, radicalmente opuesta a las asquerosidades de los medios y de los reality. El tiempo que dura la película es el tiempo de una familiaridad adquirida lentamente entre lo que se muestra y el espectador, de un interés que se convierte en compromiso. Pero ojo que acá no se trata solamente de asistir como testigos impasibles, porque Perrone mezcla los planos fijos de la familia viviendo con escenas como ésta: la chica está mirando algo, la vemos mirando, después el corte pasa a un plano de lo que ella mira en el que las hojas de un árbol, verdes, nítidas, de movimientos suaves, ocupan toda la pantalla, y en esa circularidad de las miradas estamos viendo, aunque sea en la ficción, con la mirada de ella. Estamos compartiendo algo. Porque el retrato de la clase no es solamente sociológico sino que está construido con la mira puesta en el afecto, algo que tal vez sólo el cine puede hacer, y Perrone parece saberlo.

viernes, 23 de abril de 2010

Un cine nada cotidiano: el acto de filmar según Perrone

por Maria Iribarren

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Si Los actos cotidianos fuera un libro, cada página serían dos: en la primera, se podrían leer los detalles que singularizan la vida doméstica de Sole y Bebo. En la segunda —una fina lámina de papel transparente—, la índole del relato sería la de un arte poética, una teoría de la composición en 35 mm o una de las tantas respuestas posible a la pregunta ¿qué es el cine?.

Aunque Los actos cotidianos no es un libro, la doble circulación de sentido configura la lógica de éste y de cualquier otro de los organismos creados por Raúl Perrone, desde hace veinte años. Una historia (des)compuesta en módicos actos, más el acto de filmar esa historia son, entonces, las dos imágenes de una narración que avanza en el tiempo no lineal de la existencia. Una sobre otra para devenir en una tercera representación, cuyo sino es el movimiento incesante, el caos ordenado —reconocible— en el que se desempeñan la vida, el relato de la vida —en primera persona— y los deseos (cuya expresión está diferida y repartida en este filme entre el sistema gestual y la dramaturgia televisiva).

Así opera el cine de Raúl Perrone: haciéndose, provisorio, creando imágenes “nuevas” para ponerle ideas a la vida humana. Pero esta vez, las tonalidades, los ritmos, en suma, la intensidad son muy otras de las que había mostrado el autor en sus filmes precedentes. Los eventos exiguos que comparten Sole y Bebo (¿habría que leer esos nombres como anagramas de la condición que de, cada uno de los hermanos, subraya la película?) suceden en algún lugar que, ahora es imperioso, no sea específicamente Ituzaingó.

Yendo y viniendo del silencio reflexivo a la narración de lo vivido, Los actos cotidianos se establece en la necesariedad de transcurrir en un no lugar, zona inespecífica en la que el cielo no es sino su reflejo en un charco de agua, que la película vira, casi casi, al blanco y negro. Es decir, esta pieza (que ya no es la última) de Perrone, tiene una razón más ambiciosa que las anteriores. Esta vez, el espectador no debe dejarse llevar por las imágenes ni por las palabras ni por los hechos narrados. Acá debe poner a jugar todos esos elementos en su reverso: el fuera de campo visual y auditivo, los silencios, lo que no está dicho ni actuado. Esta vez, el espectador tiene la misión de completar lo que no está, de concluir una película que funciona como el agujero en la pared: atrae y desconcierta, conmina a mirar tanto como a no hacerlo.

En este sentido, Los actos cotidianos acaso inaugura la serie de un cine concreto, refractario al adjetivo costumbrista, profundamente político. No es que Raúl Perrone haya abandonado la voluntad plástica en este filme: sólo le restituyó su dimensión descriptiva en desmedro de la pura cosmética. Ahí estriba su rara, destelleante y perentoria belleza.


Raúl Perrone agradece al público y la prensa...

Fotos de prensa

Fotos de prensa

Sergio Wolf y Raúl Perrone en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008.

Sergio Wolf  y Raúl Perrone en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008.

Expo de Fotos en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008

Expo de Fotos en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008

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Raúl Perrone







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