El cine independiente / Raúl Perrone


¿Qué puedo decir sobre el cine independiente que no se haya dicho? Recuerdo que me gustaba leer en diarios y revistas la palabra “indie”. Sentía que quería hacer películas con el mismo espíritu que los músicos que hacían rock en un garage...

Hoy, unos catorce años después, me causa un poco de gracia leer que hablen de algunas películas diciendo que son “ independientes”, cualquiera dice que hace cine independiente y no tiene el mismo valor que antes, Son rótulos que se ponen, como “cine de culto”, el Dogma o la estupidez del momento. Son pretextos para poder escribir y hacer notas, pero el chiste se agota y al final no quiere decir nada. La palabra “independiente” está absolutamente vapuleada y no sé si siquiera genera respeto. En definitiva, creo que uno tiene que hacer lo que tiene ganas y la independencia es eso, hacer lo que uno tiene ganas, lo que uno quiere y puede sin limitaciones. El resto es marketing.

Muchos dicen que hacen cine independiente y lo hacen con un montón de plata, ¿entonces cuál es el límite? Porque la independencia a esta altura del partido no tiene nada que ver la plata., La independencia esta en la cabeza,esta en uno.

Hacer cine independiente ha cambiado mucho. Está muy bien que la tecnología vaya derribando mitos, aunque algunos se dieron cuenta un poco tarde. Pero bienvenidos todos al paraiso digital, (ja) al del video

... además, en definitiva, ¡la gente no sabe lo que es el cine independiente! Uno no le pregunta al vecino si vio algo de cine independiente. La gente no habla en esos términos, como los cinéfilos,criticos o intelectuales. La gente habla de películas buenas, o malas, y punto.

viernes, 23 de abril de 2010

Un cine nada cotidiano: el acto de filmar según Perrone

por Maria Iribarren

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Si Los actos cotidianos fuera un libro, cada página serían dos: en la primera, se podrían leer los detalles que singularizan la vida doméstica de Sole y Bebo. En la segunda —una fina lámina de papel transparente—, la índole del relato sería la de un arte poética, una teoría de la composición en 35 mm o una de las tantas respuestas posible a la pregunta ¿qué es el cine?.

Aunque Los actos cotidianos no es un libro, la doble circulación de sentido configura la lógica de éste y de cualquier otro de los organismos creados por Raúl Perrone, desde hace veinte años. Una historia (des)compuesta en módicos actos, más el acto de filmar esa historia son, entonces, las dos imágenes de una narración que avanza en el tiempo no lineal de la existencia. Una sobre otra para devenir en una tercera representación, cuyo sino es el movimiento incesante, el caos ordenado —reconocible— en el que se desempeñan la vida, el relato de la vida —en primera persona— y los deseos (cuya expresión está diferida y repartida en este filme entre el sistema gestual y la dramaturgia televisiva).

Así opera el cine de Raúl Perrone: haciéndose, provisorio, creando imágenes “nuevas” para ponerle ideas a la vida humana. Pero esta vez, las tonalidades, los ritmos, en suma, la intensidad son muy otras de las que había mostrado el autor en sus filmes precedentes. Los eventos exiguos que comparten Sole y Bebo (¿habría que leer esos nombres como anagramas de la condición que de, cada uno de los hermanos, subraya la película?) suceden en algún lugar que, ahora es imperioso, no sea específicamente Ituzaingó.

Yendo y viniendo del silencio reflexivo a la narración de lo vivido, Los actos cotidianos se establece en la necesariedad de transcurrir en un no lugar, zona inespecífica en la que el cielo no es sino su reflejo en un charco de agua, que la película vira, casi casi, al blanco y negro. Es decir, esta pieza (que ya no es la última) de Perrone, tiene una razón más ambiciosa que las anteriores. Esta vez, el espectador no debe dejarse llevar por las imágenes ni por las palabras ni por los hechos narrados. Acá debe poner a jugar todos esos elementos en su reverso: el fuera de campo visual y auditivo, los silencios, lo que no está dicho ni actuado. Esta vez, el espectador tiene la misión de completar lo que no está, de concluir una película que funciona como el agujero en la pared: atrae y desconcierta, conmina a mirar tanto como a no hacerlo.

En este sentido, Los actos cotidianos acaso inaugura la serie de un cine concreto, refractario al adjetivo costumbrista, profundamente político. No es que Raúl Perrone haya abandonado la voluntad plástica en este filme: sólo le restituyó su dimensión descriptiva en desmedro de la pura cosmética. Ahí estriba su rara, destelleante y perentoria belleza.

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Raúl Perrone agradece al público y la prensa...

Fotos de prensa

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Sergio Wolf y Raúl Perrone en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008.

Sergio Wolf  y Raúl Perrone en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008.

Expo de Fotos en el Centro Cultural Rojas - Marzo de 2008

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Raúl Perrone







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