Por Juan Amael Vizzuet Olvera
Para un cineasta independiente, claro está, resulta difícil realizar una película. Pero rodar su cinta es mucho más fácil que conseguir mostrársela al público. Pese a ello, Raúl Perrone ha perseverado durante más de cuatro décadas en este quehacer, en el que narra sobre todo las historias de la vida cotidiana de su gente. Desde el viernes 25 de febrero, la Cineteca Nacional proyecta una retrospectiva del director, originario de Ituzaingó, un poblado cercano a Buenos Aires.
Desde la metrópoli rioplatense, vía telefónica, Perrona invita a los lectores de EL SOL DE MÉXICO para que conozcan sus películas.
* Del súper ocho al video digital
"Yo empecé de siete años, con película súper ocho, después, ya casado y con hijos, tuve que trabajar. Fui dibujante durante casi 30 años", recuerda Perrone, quien laboró para Tiempo Argentino, El Gráfico y Siete Días, entre otras populares revistas. En el 88, cuando empezó el video, se propuso aprovechar la nueva tecnología para producir "cuadros en movimiento". Durante su primera época se preocupó fundamentalmente por la belleza de las imágenes, ya que, por su depurado oficio como dibujante y caricaturista, Perrone se afanaba en la estética. En la actualidad, su cine se aboca a presentar la vida cotidiana de su comunidad.
Respecto a los obstáculos que debe superar un cineasta independiente en Latinoamérica y en particular en Argentina, Perrone expresa: "Sin que suene como una liviandad de mi parte, me parece que es mucho más fácil hacer una película que mostrarla".
Aclara que presenta sus películas a través de diferentes espacios, como un festival de cine independiente: "No es un asunto que me quite demasiado el sueño: trato de mostrar mi película y si no puedo me espero, mas no estreno películas para que vayan al matadero de alguna forma".
Sobre la evolución del cine independiente en Argentina, Perrone considera que en realidad no hay tantas personas que produzcan este tipo de cine: "Claro que depende lo que signifique la independencia para cada uno. Hay quien dice que es independiente, pero va en busca de subsidios, coproducciones y demás. Mi independencia pasa por otro lado, mi independencia significa hacer lo que tengo ganas y cuando puedo y cuando quiero y cuando me dejan, pero trato de hacer lo que yo quiero hacer; que no me traten ni de manipular ni de meterme presión para buscar tal o cual tema. Básicamente la independencia empieza por la cabeza".
Perrone nunca ha obtenido un subsidio. Piensa que los apoyos, las convocatorias y otras fuentes de recursos pueden implicar una intervención en el proceso creativo del cineasta: "Y yo no estoy dispuesto a que se metan en mi proceso creativo. Me gusta tratar de contar mis historias y hacerlo con mi gente, con la poca gente que trabaja conmigo; editar mi película como quiero, añadirle el sonido que necesito y mostrarla donde quiero y donde puedo. Para mí es toda una decisión, toda una política. Así he vivido toda mi vida y no voy a cambiar ahora".
* Lejos de la algarabía
Esta escrupulosa independencia es quizá su principal característica. Pero hay otros rasgos personales de Perrone que definen aun mejor su actitud como creador: no le gusta viajar, no asiste a los estrenos, las fiestas ni a los festivales, tan socorridos en el ámbito del cine. Únicamente participa en el "Bafici", el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, uno de los vehículos principales para la proyección de sus cintas. No le agrada alejarse de Ituzaingó, donde se dedica a filmar sus películas y a impartir clases en su taller, por el que han desfilado ya más de dos mil discípulos durante diez años de labor. Su vocación como artista puede evocar al pintor mexicano Francisco Goitia, quien vivía en Xochimilco, dedicado a sus cuadros, lejos del bullicio, los reflectores y las distracciones.
El concepto de independencia de Perrone abarca su no inscripción en movimientos o grupos: "No me considero involucrado en ninguna corriente fílmica, me siento cada vez más lejos de todo eso".
Su método de trabajo es sumamente austero, con actores no profesionales: "En los últimos años trabajo únicamente con alumnos míos. La gente que labora conmigo lo hace porque quiere laborar conmigo. No necesito una infraestructura para miles de personas, para un ejército. Bastan unas siete o diez personas; estamos en el 2011, la tecnología digital vino para quedarse, para que la usemos".
En su tierra natal, Perrone es un cineasta muy identificado con el quehacer autónomo, por lo que tiene numeroso seguidores, un público dispuesto a ver relatos de la vida diaria, realistas, alejados de las soluciones complacientes: "Acá en Argentina yo tengo un público que me sigue, como se sigue a un músico de rock, es un grupo muy pequeño, pero muy sólido, porque a través de los años se ha ido añadiendo gente".
Perrone retoma a veces, a través de varias películas, a ciertos personajes, cuya evolución se aprecia en la pantalla. "Si hubiera una involución, yo no los pondría", dice el entrevistado.
Raúl Perrone se declara un ermitaño en lo que toca a los encuentros con otros directores, pero en cambio sí mantiene el contacto con el público a través de las redes sociales.
La charla concluye con invitación del cineasta para los cinéfilos mexicanos: "Espero que descubran mis películas, a un director que viene trabajando desde hace mucho tiempo. Se van a encontrar con historias que tienen que ver con la vida, van a encontrarse quizás con mucha gente que van a reconocer y quizás se sientan identificados con algunos de los personajes".
Algunas de las películas que el público podrá ver durante el ciclo, que concluirá el 10 de marzo en la Cineteca Nacional, son las siguientes: "Late un corazón" (2002), una historia relacionada con el desempleo y la decadencia; "La mecha" (2003), cinta que narra el enfrentamiento de un anciano con un mundo cambiante. "La mecha" participó en el Festival de Friburgo, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado. "Tarde de verano" (2006) relata el amor entre un muchacho de Ituzaingó y una joven japonesa, aficionada a fotografiar insectos.
La Cineteca Nacional está en avenida México-Coyoacán 389. La estación del Metro Coyoacán queda a unas calles. Este columnista le agradece a Orianna Paz las facilidades para establecer el contacto con el entrevistado.
Desde la metrópoli rioplatense, vía telefónica, Perrona invita a los lectores de EL SOL DE MÉXICO para que conozcan sus películas.
* Del súper ocho al video digital
"Yo empecé de siete años, con película súper ocho, después, ya casado y con hijos, tuve que trabajar. Fui dibujante durante casi 30 años", recuerda Perrone, quien laboró para Tiempo Argentino, El Gráfico y Siete Días, entre otras populares revistas. En el 88, cuando empezó el video, se propuso aprovechar la nueva tecnología para producir "cuadros en movimiento". Durante su primera época se preocupó fundamentalmente por la belleza de las imágenes, ya que, por su depurado oficio como dibujante y caricaturista, Perrone se afanaba en la estética. En la actualidad, su cine se aboca a presentar la vida cotidiana de su comunidad.
Respecto a los obstáculos que debe superar un cineasta independiente en Latinoamérica y en particular en Argentina, Perrone expresa: "Sin que suene como una liviandad de mi parte, me parece que es mucho más fácil hacer una película que mostrarla".
Aclara que presenta sus películas a través de diferentes espacios, como un festival de cine independiente: "No es un asunto que me quite demasiado el sueño: trato de mostrar mi película y si no puedo me espero, mas no estreno películas para que vayan al matadero de alguna forma".
Sobre la evolución del cine independiente en Argentina, Perrone considera que en realidad no hay tantas personas que produzcan este tipo de cine: "Claro que depende lo que signifique la independencia para cada uno. Hay quien dice que es independiente, pero va en busca de subsidios, coproducciones y demás. Mi independencia pasa por otro lado, mi independencia significa hacer lo que tengo ganas y cuando puedo y cuando quiero y cuando me dejan, pero trato de hacer lo que yo quiero hacer; que no me traten ni de manipular ni de meterme presión para buscar tal o cual tema. Básicamente la independencia empieza por la cabeza".
Perrone nunca ha obtenido un subsidio. Piensa que los apoyos, las convocatorias y otras fuentes de recursos pueden implicar una intervención en el proceso creativo del cineasta: "Y yo no estoy dispuesto a que se metan en mi proceso creativo. Me gusta tratar de contar mis historias y hacerlo con mi gente, con la poca gente que trabaja conmigo; editar mi película como quiero, añadirle el sonido que necesito y mostrarla donde quiero y donde puedo. Para mí es toda una decisión, toda una política. Así he vivido toda mi vida y no voy a cambiar ahora".
* Lejos de la algarabía
Esta escrupulosa independencia es quizá su principal característica. Pero hay otros rasgos personales de Perrone que definen aun mejor su actitud como creador: no le gusta viajar, no asiste a los estrenos, las fiestas ni a los festivales, tan socorridos en el ámbito del cine. Únicamente participa en el "Bafici", el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, uno de los vehículos principales para la proyección de sus cintas. No le agrada alejarse de Ituzaingó, donde se dedica a filmar sus películas y a impartir clases en su taller, por el que han desfilado ya más de dos mil discípulos durante diez años de labor. Su vocación como artista puede evocar al pintor mexicano Francisco Goitia, quien vivía en Xochimilco, dedicado a sus cuadros, lejos del bullicio, los reflectores y las distracciones.
El concepto de independencia de Perrone abarca su no inscripción en movimientos o grupos: "No me considero involucrado en ninguna corriente fílmica, me siento cada vez más lejos de todo eso".
Su método de trabajo es sumamente austero, con actores no profesionales: "En los últimos años trabajo únicamente con alumnos míos. La gente que labora conmigo lo hace porque quiere laborar conmigo. No necesito una infraestructura para miles de personas, para un ejército. Bastan unas siete o diez personas; estamos en el 2011, la tecnología digital vino para quedarse, para que la usemos".
En su tierra natal, Perrone es un cineasta muy identificado con el quehacer autónomo, por lo que tiene numeroso seguidores, un público dispuesto a ver relatos de la vida diaria, realistas, alejados de las soluciones complacientes: "Acá en Argentina yo tengo un público que me sigue, como se sigue a un músico de rock, es un grupo muy pequeño, pero muy sólido, porque a través de los años se ha ido añadiendo gente".
Perrone retoma a veces, a través de varias películas, a ciertos personajes, cuya evolución se aprecia en la pantalla. "Si hubiera una involución, yo no los pondría", dice el entrevistado.
Raúl Perrone se declara un ermitaño en lo que toca a los encuentros con otros directores, pero en cambio sí mantiene el contacto con el público a través de las redes sociales.
La charla concluye con invitación del cineasta para los cinéfilos mexicanos: "Espero que descubran mis películas, a un director que viene trabajando desde hace mucho tiempo. Se van a encontrar con historias que tienen que ver con la vida, van a encontrarse quizás con mucha gente que van a reconocer y quizás se sientan identificados con algunos de los personajes".
Algunas de las películas que el público podrá ver durante el ciclo, que concluirá el 10 de marzo en la Cineteca Nacional, son las siguientes: "Late un corazón" (2002), una historia relacionada con el desempleo y la decadencia; "La mecha" (2003), cinta que narra el enfrentamiento de un anciano con un mundo cambiante. "La mecha" participó en el Festival de Friburgo, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado. "Tarde de verano" (2006) relata el amor entre un muchacho de Ituzaingó y una joven japonesa, aficionada a fotografiar insectos.
La Cineteca Nacional está en avenida México-Coyoacán 389. La estación del Metro Coyoacán queda a unas calles. Este columnista le agradece a Orianna Paz las facilidades para establecer el contacto con el entrevistado.
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